El edificio carecía de entrada, se entraba a través del paso de vehículos del garaje; el local comercial no se podía tocar, y por ello decidimos hacer un gran umbral que unificara el local comercial, la entrada y el garaje. Si reuníamos visualmente “una gran entrada”, la doble altura de la misma y su retranqueo de la calle harían el efecto deseado.
La entrada, aunque estrecha entre el local y el garaje, es espacialmente amplia, con doble altura, techos acústicos de madera clara, y paredes y suelo en piedra blanca de Almería, que junto con la pared de uglass blanco retro iluminado, se encargan de construir una “gran entrada“: espacial y luminosa que nos dirige sutilmente hasta el corazón del edificio: a su núcleo de ascensores (uno nuevo), y escaleras (prolongadas desde el primer piso hasta los sótanos y aparcamiento).
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